última carta antes de cumplir 28
a la mujer que me enseñó a estar sola, y me acompañó a habitarlo todo.
May I be aware enough to notice when love appears and bold enough to pursue it without knowing where it will lead.
Era mayo de 2021, eran las 11:08 a.m. Estaba sentada sola en una mesita de madera en Polanco. No esperando a nadie. No matando el tiempo. No huyendo del silencio. Sentía paz. Me bastaba mi compañía. No tenía miedo de estar sola en otro país. Y escribiendo esa mañana, me di cuenta de todo eso y me sentí tan orgullosa de mí. Cuánto había crecido.
Tomé café y caminé, todo sin prisa. Entre a una librería. Respiré profundo varias veces. Algo cambió. La soledad pasó de ser un castigo a una elección, una forma de volver a mí.
Desde entonces, mi relación conmigo ha sido eso: una relación.
Con compromiso. Con altibajos. Con intensidad.
He aprendido a habitarme. A hablarme bonito. A perdonarme lento, pero en serio. A poner(me) límites. A sostenerme. A volverme hogar.
Me hice responsable de mi paz, de mi alegría, de mi silencio. He sanado heridas que pensaba que se quedarían siempre. He hecho las paces con versiones mías que antes solo sabía rechazar.
Así como en ese ratito en Polanco, existen muchas versiones de mí a lo largo del tiempo que me han traído a donde estoy hoy y que se han saboreado esos “pequeños” momentos de satisfacción, donde todo vale la pena. El martes de la otra semana es mi cumpleaños, así que como esta es mi última carta de 27, quería dedicársela a esta versión presente de mí, para despedirla con gratitud.
Quería decir gracias.
Gracias por cantar a todo pulmón. Por seguir obsesionada con el cielo cuando se llena de estrellas o cambia de color. Por creen en la magia y escribir poemas que te atreviste a leer por primera vez enfrente de desconocidos. Gracias por aprender a sanar sin drama ni dolor, por permitirte llorar sin excusas y reírte sin explicación. Por ser tu versión más auténtica, incluso cuando no era la más cómoda.
Gracias por confiar en que las estrellas también te estaban viendo. Por hacer arte de tus sentimientos. Por seguir creyendo que hay belleza en lo simple y que lo cotidiano, es un absoluto privilegio.
Gracias por dejar ir lo que parecía amor, pero no lo era. Por soltar lo que no podías controlar. Por no esconder tu sensibilidad. Por ser intensa sin disculparte. Por dejar que te duela y dejar que sane. Gracias por elegirte cuando era más fácil no hacerlo.
Este martes ya son 28 vueltas al sol y como me gusta todo lo de los principios y los finales, no quería saltarme este ritual. Me despido con gratitud y con la tranquilidad de que todas las versiones que he sido viven dentro de mí y que si llegara a extrañarlas, siempre puedo revisitarlas. Soy mi refugio favorito.
Y ahora a seguir caminando hacia la versión de mí que ya existe en el futuro y me está esperando.
¡En tu próximo correo ya voy a ser un año más sabia! jajajaja gracias por leerme.
Con amor,
Lizzie
PS: Gracias por acompañarme los últimos 6 meses de este maravilloso año. Quería contarles también, que abrí una nueva publicación que se llama La vida en el valle. Los invito a leerla, solo saldrá una vez al mes. Si les gusta tanto como Luces, los invito a suscribirse y compartirla.
Felicidades por ser tú, por escribirlo y por compartirlo....ojalá se cumplan tus sueños y lleguen otros para cumplir...disfrutando de ser...gracias
Cuando leí la dedicatoria lo primero que pensé fue: es una carta para tu mamá. Luego te leí y a pesar de que a veces uno te ve como niña, reconozco que ya eres mujer Li.
Que tu crecimiento, aventuras, días y años te han regalado sabiduría como dices tu, pero la ilusión y la magia siguen al frente de tus días.
Felicitaciones por otro lindo blog. TQM