Londres en verano
Me enamoré de Londres en verano, pero si yo fuera Londres, me gustaría que se enamoraran de mi invierno, porque el verano es fácil de amar.
Salí a caminar el primer día que amanecí en Londres y me enamoré. Empecé a pensar que me encantaría vivir aquí. No había una sola nube en el cielo azul. Caminé por Hyde Park y tomé la ruta de google maps que decía “9 min. slower”. Me pareció poético.
Un par de días después, caminando por Camden Market, vi un puesto que vendía jugo de naranja natural. Había miles de naranjas y pequeñas botellas en hielo para tomarlo frío, como uno quiere en verano. Pensé que mi hermano compraría uno sin pensarlo. Y lo extrañé. Me encanta viajar con mis hermanos.
Y entonces pensé que tal vez no es tan justo querer cambiar a mi eterna primavera por unos días de verano, cuando lo normal en Londres es la lluvia constante y el cielo gris.
Pensé que, a veces, hacemos lo mismo con las personas. Me pregunté si esa es la base de la infidelidad: cambiar a alguien que nos dejó conocer su invierno por un verano que acabamos de descubrir.
Después pensé que, tal vez, hacemos eso sin darnos cuenta: invitar a alguien a conocer nuestro verano para que quiera quedarse, aunque en el fondo siempre exista una voz suave que, en secreto, tiene miedo de que nos dejen en invierno. ¿Será el verano lo suficientemente lindo para soportar los días de frío? Tal vez no.
Te dije que me daba miedo que me conocieras completamente, porque entonces iba a ser imposible de querer.
Me dijiste que entendías mi miedo pero que nada que yo te contara podía cambiar la forma en la que me quieres y me ves.
Entonces le abrí la puerta al invierno y te dejé entrar.
Lo supiste ver con tanto amor, que mi invierno me empezó a gustar. Y eso nunca me había pasado antes.
Gracias por hacer que mi invierno se sienta fácil de amar.
He caminado la ciudad entera. Un día caminé 29,000 pasos y casi me quedo sin pies. Pero me he gozado cada paso y agradezco la dicha de poder conocer una ciudad así. Me gusta que esta ciudad, es relativamente silenciosa. Es grande, pero no me hace sentir pequeña. Me hace sentir vista, me hace sentir parte, me invita a quedarme solo un día más con sus preciosas librerías, parques y arte. Con su aire de realeza y su ambiente tan lleno de verano, que no le deja espacio a la tristeza.
¿Saben cómo todos los lugares y todas las personas pueden ser espejos si nosotros lo permitimos? Pues me ha encantado verme reflejada en Londres. Me he disfrutado mucho mi compañía. Y me he despedido de partes de mí, que estaban haciendo peso extra y ya cumplieron su función, así que yo estoy lista para seguir mi viaje un poco más ligera y, en verdad, con mucha emoción.

En medio de mi tour inventado de parques y bookshops, fui a conocer Queen Mary’s Rose Garden, en Regent’s Park. No saben la belleza. La majestuosidad. Me quedé sentada como treinta minutos, solo viendo las rosas.
Creo que lo lindo de que alguien se enamore de una rosa, es que también se enamora de las espinas.
But he, that dares not grasp the thorn, should never crave the rose. — Anne Brontë
Me recordó a la rosa de El Principito. Y me gustó aprender que El Principito amaba a su rosa, no tanto por la flor o las espinas, sino por el tiempo que habían pasado juntos. Me pareció hermoso.
Y me di cuenta de que para mí es muy fácil aprender a querer espinas, pero me da mucho miedo lastimar a alguien más con las mías. Por eso siempre prefiero ser la que se rompe, y no la que puede romper. No sé como explicarlo, pero es algo que quiero cambiar. Sigo haciendo el trabajo de aprenderme a quedar.

Y bueno, para despedirme: yo, la verdad, no soy guía turística y casi nunca sé dónde estoy. Pero amé Notting Hill, con sus colores pastel y todas las tiendas vintage de Portobello. Me obsesioné con el matcha de Jenki. Comí ostras a £1 en Wright Brothers. Conocí Foyles, Hatchards y Daunt Books, y amé las tres (bookshops).
Me obsesioné con Covent Garden, con el Borough Market, y en general, amé ser turista un día y vivir más como local los demás.
Ah, y Richmond está como a una hora de Londres en metro. Fui a ver venados y vaquitas pastar. NO SABEN. Me sentía dentro del libro de El Mago de Oz —que acabo de terminar y me encantó.
Mil veces sí voy a regresar. Me quedó pendiente más de la mitad de la ciudad, por lo menos en experiencias—porque estoy casi segura de que la caminé TODA.
"When a man is tired of London, he is tired of life; for there is in London all that life can afford." — Samuel Johnson
Me llevo de Londres más de lo que buscaba y dejo aquí un pedazo de mi corazón. Gracias por leerme. La próxima semana, te escribo desde España.
¡Besos!
Lizzie
Me pregunté si esa es la base de la infidelidad: cambiar a alguien que nos dejó conocer su invierno por un verano que acabamos de descubrir. DIRECTO AL CORAZÓN!!!! Amo leerla. Feliz Viaje!!!!
Me encantó tu publicación, Li ♥️Viste que nunca dejamos de aprender, crecer y sanar en esta vida.
Esta parte me gustó especialmente: “Y entonces pensé que tal vez no es tan justo querer cambiar a mi eterna primavera por unos días de verano, cuando lo normal en Londres es la lluvia constante y el cielo gris”.
Y que hayas incluido una frase de Anne Brontë… ¡simplemente genial! 👌🏻👌🏻
Sigue disfrutando este camino, que Dios te siga guiando.
Y no olvides esos momentos de la mañana con Él… ayudan muchísimo. 🙏🏻
Un abrazo grande, Li. 🫶🏻